Es el 23 de junio, es la víspera, son quizás las 12 de la noche, o quizás la 1 de la madrugada, son pocos los que duermen, la mayoría está en una nerviosa actividad, aunque las luces estén apagadas, solo con la escasa iluminación de las luces de guardia.
Yo ya he pulido las botas, hasta hacerlas parecer espejos negros, ya está listo el blanquísimo correaje, cepillado y revisado el uniforme, limpia la gorra; impecable el ánima de la carabina, ajustado y limpio el portafusil, pasé horas con una aguja de coser, limpiando con infinita paciencia la bayoneta para que quede brillante y reluciente, ya el uniforme y el armamento están preparados.
Poco después, cerca de las 4 de la madrugada, recibimos la orden de marcha, algo de café y pan, y un pequeño paquete con un sándwich y una manzana para más tarde. Luego iniciamos el traslado, mientras aún se veían las estrellas en el cielo.
Llegamos a Carabobo con las primeras luces del alba, nunca fue más cierto eso del sol saliendo en Carabobo. A lo lejos el arco de Carabobo, refulgente. Se veía el campo lleno de tropas, uniformes de todos los colores, tipos y tamaños. Se veían refulgentes las bayonetas y los sables, las boinas, los cascos, diversos tipos de gorras, las novedosas “cuchitas” de la Academia Militar, las circulares de Canadá, el chacó de los cadetes de West Point y del Heroico Colegio Militar de México, cadetes de cada una de las repúblicas de América Latina, Brasil, de los países angloparlantes del Caribe, y por supuesto, los cadetes británicos de Sandhurst, eran tantos que resulta imposible mencionarlos a todos,
Luego de un interminable discurso del presidente de la Republica, Dr. Rafael Caldera, se inició el desfile, se estaban celebrando los 150 años de la Batalla de Carabobo, recorrimos, junto a las unidades del ejército venezolano y las unidades de los ejércitos invitados para esta conmemoración.
Hoy, 21 de junio de 2.021, 50 años después, recuerdo esa experiencia, que me permitió compartir una fecha gloriosa, en un momento en el cual nuestro país se proyectaba como una sólida y prometedora democracia, donde la libertad y el progreso social estaban presentes. Agradezco a la vida ver que me permitió estar presente y desfilar en el Campo de Carabobo en el Sesquicentenario de la gran batalla, y que hoy me permite contemplar también su Bicentenario, menos lucido, menos glamoroso, menos prometedor, pero no por eso menos significativo.
Permítaseme compartir con Uds. estos recuerdos y estas reflexiones.
Saludos
Un par de recuerdos gráficos