¡¡Estimada familia Mariscalista, buenos días!!
Es para mí un gran honor el presentarme ante ustedes, en nombre de mi adorada promoción, para compartir nuestras últimas palabras como alumnos de nuestra magna institución.
Primeramente, doy Gracias a Dios por permitirnos estar presentes todos a pesar de las adversidades, a los padres y representantes que hoy en día siguen siendo el pilar fundamental de nuestra formación como ciudadanos, a los profesores que impartiendo sus clases nos han permitido llegar a este prestigioso auditorio, ¡gracias!
A los oficiales de planta, los cuales fueron indispensables en el transcurso de estos 5 años de formación militar, al personal que trabaja en el liceo, héroes anónimos cuya labor a veces uno no nota pero que sin duda es importante para mantener en pie nuestro liceo, ¡gracias!
A mi coronel, director de nuestro Liceo Militar, por ser rector moral del instituto, ¡gracias!
A nuestros padrinos de la Asociación de Exalumnos por siempre tener un buen consejo y la disposición de ayudar, ¡gracias!
Finalmente, quiero darles las gracias a mis compañeros y amigos de la Promoción LXIII, por ser nuestros hermanos para toda la vida. A pesar de graduarnos hoy, y que sabemos que muchos no nos volveremos a ver, siempre nos honrará el sentido de haber pertenecido al Liceo Militar Gran Mariscal de Ayacucho.
El transcurso de nuestra estadía en el liceo militar nos ha dirigido a este momento, el momento que más hemos anhelado desde que ingresamos con apenas 11 o 12 años. En primer año, cuando aún éramos unos niños, el tener un cambio tan drástico como el de una institución militar no es nada fácil. Nos enfrentamos desde el inicio a una nueva vida que, a pesar de no significar mucho para el resto de bachilleres ya graduados en otras instituciones, para nosotros significó todo: Disciplina, Orden, Obediencia y Respeto hacia otros adolescentes por tener uno o más años de antigüedad, pero que sin duda alguna marcaron nuestras vidas porque ahora esas nuevas palabras y actitudes pasaron a formar parte de nuestras vidas.
Cada año transcurrido nos fuimos adaptando y así mismo le agarramos cariño a cada experiencia vivida. Plantones, gritos, castigos, pero también a las risas, a los llantos, a los abrazos, a los amigos que hemos hecho y que en algún momento nunca pensamos que serían tan cercanos en cada una de estas cosas y más que nos han formado y serán parte de nuestras vidas.
En algún momento nos pareció muy lejano el día de nuestra graduación, pero hoy nos da nostalgia saber que ya no nos volveremos a encontrar en el patio o estar juntos viendo clases en las aulas. Siempre quisimos llegar a 5to año, portar unas jinetas, comandar y ser respetado por lo que has logrado.
Ahora, que ya hemos cumplido con esta meta, quiero decirles que me siento orgullosa de ustedes, de los cambios que hemos tenido y que nos han llevado a ser las personas que somos hoy, cerrando una etapa de evolución les doy las gracias por dejarme aprender de ustedes y que ustedes puedan aprender algo de mi, segura estoy que nos volveremos a encontrar en el camino mucho más unidos.
seguiremos avanzando para ser mejores seres humanos y alcanzar los próximos objetivos con unidad, entereza y decoro. Los llevo en el corazón por formar parte de mi vida en los últimos 5 años de hermandad.
Y para finalizar unas palabras a nuestro héroe epónimo, Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho, que con honra lo sabremos llevar, bajo este nombre su legado también seguirá vivo en nosotros.
¡¡ Hasta siempre mi promoción LXIII !!
¡Gracias de nuevo!