Este ensayo es parte de lo condensado y escrito por muchos hermanos Mariscalistas en el Chat del Casino, se tomó como parte de los diálogos del último reencuentro con algunas situaciones reales para darle mayor realismo al cuento, respetando por supuesto los derechos de autor de cada frase…
A finales de la primera década del nuevo siglo, en un golpe de suerte profesional me encontraba ocupando un cargo donde podía planificar mi tiempo libre, logrando cuadrar todo para poder asistir al reencuentro del Liceo Militar “Gran Mariscal de Ayacucho”, esta actividad se realizaba casi religiosamente un día de las últimas dos semanas de Julio y siempre coincidía con los actos y demás actividades de la Armada, donde cumplí servicio durante 20 años. Esto junto a los compromisos con esposa e hijos casi nunca me habían permitido compartir esta actividad.
Aprovechando mi libertad y tiempo de sobra, ya divorciado, tomé mi cámara digital y me dispuse a visitar el liceo, en esa oportunidad tuvimos el apalancamiento de la esposa del Coronel Director del Instituto que es ex alumna y que respiraba por los poros, como cada uno de nosotros, su amor, sentido de membresía, pertenencia y espectacular gusto por las cosas bien hechas. A pesar de fuertes posturas contrarias en las FAN para este tipo de eventos, el comité organizador logró contar con la asistencia de todos aquellos que querían asistir, sin importar tendencias políticas ni ideológicas, incluso se llegó a vender bebidas alcohólicas, cosa que en las FAN se estaba prohibiendo dentro de las unidades.
Como siempre, nos encontramos viejos compañeros “en este espacio volvimos a tener 11 o 12 años” (Sonia Mariano) “a conocer y reconocer hermanos de la vida, a recordar cuando estábamos en 3ro. y nos gustaba la de 4to. A recordar cuando estábamos en 5to. y debíamos ser mejores con los nuevos para no repetir lo que nuestros superiores hicieron cuando éramos nuevos…” (Juan Boza), a recordar las antiguas noviecitas hermanas de los nuevos que ahora eran mujeres adultas.
En ese momento muchos con los cuales casi llegamos a odiar, por las muchachadas de entonces llamadas “inmoralidades”, serían posteriormente grandes amigos, e incluso a veces hasta familia… “reconocer que el valor del compañerismo era superior y pagábamos justos por pecadores guardando silencio; pero luego, resolvíamos internamente…” (Juan Boza)
Hubo comida y bebidas hasta más no poder, en mi asombro y alegria, recordé con nostalgia y cariño las actividades decembrinas organizadas en el liceo donde cada representante tenía que preparar y llevar una comida, dulce o torta; mi madre siempre preparaba ese pollo borracho que cuando lo hago en casa me recuerda al liceo… recordé las patinadas, el conjunto de gaitas y las fiestas decembrinas, los excelentes docentes que me formaron, las mejores prácticas de laboratorio en bachillerato (con bata blanca impecable), entre ellas las prácticas con el Prof. Carlos Villafranca y recordé lo que soy gracias a todo aquello; los oficiales de planta que ayudaron a forjar mi carácter, sirviendo de ejemplo y guía para mi orientación profesional.
Conversando con mis compañeros recordamos…
Arable Pérez –
Me pasaron un audio de la mantequilla que escondíamos en el desayuno para usarla con el pan en el almuerzo…
Carlos Pérez Ramirez
le decía a Luis Guevara Saavedra – impresionante … yo solo escucho y me doy cuenta que todo se mantuvo igual, como diría uno, simplemente se copiaba y se mimetizaba la conducta de los superiores y lo que hacíamos entre el 71 – 76 lo siguieron haciendo en los 80, 90 y …” “… vi una foto de muchos años después de graduado y vi los mismos platos y jarras… no se si tenían los mismos vasos de acero inoxidable…”
Para mi sorpresa Carlos saco de su coala como si fuera una pieza con piedras preciosas un conservado vaso de acero inoxidable de los que usábamos en el comedor… no me puedo imaginar las peripecias de muchacho hechas por él, en el liceo, y en su casa para poder colocarlo como valioso trofeo en la biblioteca del estudio…”
Jose Lepervanche
con su habitual sonrisa sacó igualmente un banderín algo curtido por el tiempo…
Carlos Pérez Ramirez –
Me llama la atención no solo el menú, sino también se mantuvieron las mismas costumbres… eso de meter el triángulo de queso amarillo en el café con leche para derretirlo fue como conducta aprendida de promoción en promoción… solo me falto recordar el medio diablito por alumno y la mantequilla “Zarco” que escondíamos abajo del borde de la mesa como dice Arabel…
Cesar Bittar
inquirió – no se olviden la costumbre de colocar la taza de café con leche en el piso y llenarla bastante alto para hacer espuma…
Ovidio Hernández Hung
había una percepción que el Liceo era un correccional cuando en realidad era un lugar privilegiado para estudiar….
Venus González Velandria –
para mi era todo lo contrario … prefería quedarme en el liceo que ir a mi casa…
Richard Mendoza Chang –
yo terminé tercer año y no quise volver al liceo… me metieron en uno civil, duré una semana… después le pedí a mis padres que me regresaran. Así comencé 4to. año de nuevo en el Liceo como dos semanas después de los demás… no me arrepiento para nada.
Prof. Avelina Milano –
cuando ingrese al liceo era una jovencita de apenas 19 años, allá por el año 1974. Entonces di mis primeros pasos como docente. Estudiaba 2do. semestre en el pedagógico y mi tío Manuel Marcano Acosta QEPD, Jefe del Departamento de Castellano e Inglés, me propuso cubrir las horas de la profesora Sulbey de Adarmes quien estaba de permiso….
Recordé con cariño todas aquellas clases de Avelina, pellizcándome en clase (autorizada por mi madre), para que no me durmiera, siempre un grupo de adolescentes malgastando horas de sueño en la noche supuestamente estudiando para quedarse dormidos al día siguiente. También recordé las clases de Clara Laurens y Maria de Melis… gracias a todas ellas escribo y redacto este nutrido ensayo y domino otro idioma además del castellano.
Carolina Quiñones –
es impresionante la cantidad de historias y anécdotas contadas por sus protagonistas que he tenido el agrado de escuchar… un privilegio de sentimientos encontrados, de las cosas que sucedieron en esos bloques del LICMILAYA.
Es como si fuera un túnel del tiempo… entran niños y salen hombres. Con las mismas circunstancias, y las mismas decisiones… cambian tan solo los seres humanos que engalanan la vida. Cada historia o añoranza, encuentra su semejanza en cada esperanza y sueño realizado. Siempre se es joven cuando aún construyes, cuando lo recibido se le da utilidad, cuando con amor sigues siendo parte del prójimo. Increíble escuchar risas en el tiempo, las sensaciones en la brisa, los aromas en la memoria, los avatares de la vida pasar ante nuestros ojos.
Gustavo Balza –
un orgullo haber estudiado en una institución que nos formó el carácter desde la niñez a la adolescencia, básicamente por las vivencias…
Para mi, igual que para muchos… el liceo fue y será siempre una caja de valores, respeto, aventuras y sueños, además de una gran familia.
En medio de las risas y los abrazos, hicieron una pausa y hablo un distinguido ex alumno para otorgarle una placa a un distinguido protagonista de nuestra formación…
Tristemente alegres, producto de la cultura etílica y la adrenalina del evento llegó la hora de retirarnos del liceo… con un nudo en la garganta y lagrimas en los ojos despedimos a algunos con un caluroso abrazo para seguir con el reencuentro en la residencia de un compañero… donde amanecimos charlando y recordando tratando de evitar el inevitable final y disfrutar al máximo el agradable placer del recuerdo….
Logré hacer muchas amistades de otras promociones…. días después publiqué en el Facebook las fotos que acompañan este escrito sin pensar que las circunstancias nos reunirían, aún en la distancia en el Chat del Casino muchos años después;
Evidenciando…. que ese fue el ÚLTIMO REENCUENTRO en el Liceo….