Soy Félix Azcarate Llamozas, de la XIII Promoción, aquí mi relato:
Durante nuestros dos últimos años en el Liceo pertenecí al conjunto de gaitas. Era cuatrista de dicho conjunto. Los hechos que voy a narrar ocurrieron en 1971, mi quinto año, siendo Brigadier.
Ya era una costumbre que a partir del 1ro de diciembre, la Diana, a las 05:30 horas, la tocara el Conjunto de Gaitas y no la Banda de Guerra. ¡Era tiempo de Navidad!
Uno de esos días decembrinos me correspondió ir de comisión para la Academia Militar de Venezuela. Cumplida la misión regresamos al liceo militar alrededor de las 21:00. Yo me sentía un poco fatigado y con cierto quebranto, el clima era bastante frío, típico para esa época del año.
Sabía que me correspondía levantarme a las 05:00 horas para bajar al patio de las aulas para el Toque de Diana gaitero. También se acostumbraba a pasar por los dormitorios tocando al compás de las gaitas del momento.
En vista de mi fatiga y de no estar bien del cuerpo, tener fiebre y malestar en general, decidí encomendarle la tarea a un alumno del dormitorio me había dicho, días antes, que él tocaba un poco el cuatro. Así que, le ordené a ese alumno que tomara mi lugar en el conjunto de gaitas. El alumno me advirtió: mi brigadier, yo no toco tan bien como usted, y le dije: eso no importa, usted baja y le dice al oficial de guardia, que el Brigadier Azcárate Llamozas se siente mal y no puede bajar. El alumno no me replico nada y le entregué el instrumento.
Tal y como se lo ordené, él bajó y cumplió con lo ordenado. Al tiempo, después de oír el Toque de la Diana, llamé al alumno y le pregunté ¿Cómo le fue alumno? Después de un silencio momentáneo, me respondió que se le habían olvidado las canciones, y que había fallado en algunas notas musicales debido al nerviosismo, y que el teniente de guardia me mandó a decir que después del desayuno me le presentara.
Tal cual lo hice. El teniente muy disgustado me preguntó que por qué no había bajado a cumplir con mi obligación de integrar el conjunto para el toque de la diana. Yo le expliqué el motivo, y me replicó, que eso no era excusa, y mucho menos el haberle ordenado que lo sustituyera un alumno que ni siquiera podía sostener el cuatro y mucho menos ejecutarlo.
En vista de eso, y de mi aparente abuso de autoridad, me sancionaron con un fin de semana sin poder salir de permiso como franco a la calle. Yo acepté mi responsabilidad y cumplí con la sanción impuesta.
A todas estas, mandé a llamar al alumno, al cual le había dado la infausta orden, para que me explicara detalladamente lo que había pasado. El alumno se me presentó muy nervioso, se me cuadró y me saludó militarmente muy enérgicamente, y me dijo que él no tocaba también como yo y que, además, estaba muy nervioso suplantando a un brigadier.
Le ordené que tocara el cuatro para ver, in situ, que tal lo hacía, y para mi sorpresa el recluta no sabía tocar ni el “cambur pintón”, forma de saber si el instrumento está afinado.
En vista de semejante descubrimiento, le ordené que después del almuerzo se me presentara detrás de las aulas, ahí le mandé como castigo educación física severa, que en el argot militar se denomina sacada de chicha, por ponerla más decente, y además también le ordené que, en lo posible, tratara de no cruzarse en mi camino, y mucho menos ni siquiera verme directamente.
Así que este es mi relato, una de las tantas anécdotas que cada uno de nosotros tuvimos durante los más maravillosos cinco años que experimentamos en nuestro amado LICEO MILITAR “GRAN MARISCAL DE AYACUCHO”. Que dios los bendiga a todos los Mariscalistas, amén.
Félix Azcarate Llamozas
XIII Promoción