Seguro estoy, y sé que el sentimiento e impresión de la gran mayoría de quienes le conocimos de cerca es el mismo, que no podía faltar en esta nueva edición de homenaje a nuestro personal Mariscalista, la merecida reseña de una de las docentes más queridas y recordadas por la comunidad de exalumnos graduados entre las décadas de los 70 y 2000.
Se trata nada más y nada menos que de nuestra respetada profesora Mayela Palacio, en resumen, una noble mujer, incomparable hija, excelente y apasionada conductora de la asignatura a través de la cual nos hizo conocer y valorar, durante aquellos días del ciclo diversificado de la educación secundaria, sobre la historia y el potencial Geográfico y Económico de éste bello país, VENEZUELA.
Con la aprensión de quedarme corto ante las cualidades y dotes personales y profesionales de tan brillante educadora, a continuación, les transcribo sus particulares datos biográficos y algunas vivencias en el Liceo Militar “Gran Mariscal de Ayacucho”, presentadas por ella en una virtual, progresiva y sintetizada entrevista:
Su nombre completo es Mayela del Coromoto (por el aborigen y no por la advocación de la Virgen) Palacio Puerta; nació el 6 de junio de 1951 en Ciudad Bolívar, estado Bolívar y vive actualmente en la población de Lechería, estado Anzoátegui. Se tituló como Profesor de Educación Media en Historia y Ciencias Sociales en el Instituto Pedagógico de Caracas en 1974, mismo año cuando ingresó al LICMILAYA para impartir las asignaturas de Geografía General, Geografía e Historia de Venezuela, y Geografía Económica, hasta que en 1986 pasó al Departamento de Evaluación y Control de Estudios, cargo que ocupó antes de jubilarse en 2003.
Nos cuenta que cuando ingresó al instituto se sintió “maravillosamente bien, al principio curiosa y asustada…el Liceo Militar Ayacucho fue mi primer escenario laboral, allí fue mi debut profesional, mi estreno como profesora…”, agrega en su entrevista que “El liceo fue una escuela para los docentes y nos condujo a una educación de excelencia. Un grato, fecundo y productivo trabajo, en un armonioso equipo.”
En cuanto a sus logros más importantes como educadora en el instituto, nos relata que “Pedagógicamente haber participado en la formación integral de gran numero de jóvenes, intelectualmente preparados mediante la adquisición y desarrollo de conocimientos, capacidades, habilidades, hábitos y actitudes… Relaciones de compañerismo y hermosa amistad que se han mantenido a lo largo del tiempo,”.
Al preguntarle cómo influyó el ambiente militar en su trabajo, respondió con mucha honestidad que adaptarse a ese ambiente no fue fácil, ya que “el militar y el docente caminan por sendas diferentes en cuanto a métodos e incluso algunas expresiones verbales herían mi sensibilidad pedagógica. Fue necesario una permanente interrelación, conocimiento claro de los objetivos, definición de las áreas de acción de cada uno, respeto a las funciones, apoyo a las actividades…Un trabajo mancomunado con una comunicación efectiva pensando siempre en el educando…fue una mutua influencia, todo el tiempo sentí que trabajaba en un LICEO, y con el tiempo acepté que era militar.” (¡¡Aquí me provocó abrazarla y levantarla en hombros!!) Seguidamente le hice esta pregunta: ¿Cómo fue su relación con los alumnos? A la que nuestra interlocutora inmediatamente reveló “la magia y el amor por la enseñanza y la bendición de Dios hicieron posible unas maravillosas relaciones con mis amigos del liceo militar… los motivé para un aprendizaje efectivo, para aplicarlo en la vida, orienté su comportamiento, aplaudí sus aciertos y triunfos deportivos, compartí sus risas, sus lagrimas y los vi crecer, hacerse adolescentes y jóvenes. Les invité a disfrutar los buenos momentos familiares, a valorar a los padres, a ser amigos fieles y cada día mejores personas, hijos compañeros, compartí con sus familias, bailé en sus 15 años y celebré sus fiestas de graduación. Con ellos me sentí siempre respetada, apreciada admirada y amada. Siempre fui su “profesora Mayela” y a veces profe y para mi siempre serán mis amados muchachos, dondequiera que estén.”
Una última y crucial pregunta se refirió a lo siguiente: ¿Obtuvo buenos resultados de sus alumnos? No titubeó en aseverar “Definitivamente los resultados obtenidos fueron excelentes, educativa, pedagógica, moral, ética, espiritual. Mis alumnos se graduaron de bachilleres y personas de bien, jóvenes felices. Se convirtieron en ciudadanos dignos, profesionales excelentes la gran mayoría, realizados en las diferentes carreras, exitosos, padres, y madres ejemplares. Me siento orgullosa de ellos y feliz de poder conocer y compartir sus actuales vidas, de transitar juntos mi camino otoñal y esperanzada en que aun tengan sueños por alcanzar y retos por lograr… doy infinitas gracias a Dios por ello.”
Para cerrar la grata y peculiar conversación, se dio la oportunidad a nuestra querida Mayela que nos ofreciera su opinión libre acerca del LICMILAYA, ante lo cual ella manifestó con vehemencia Mariscalista: “El Liceo Militar Gran Mariscal de Ayacucho es un recuerdo que guardo en mi mente, atesoro en el corazón y lo siento en el alma. Una experiencia educativa de gran significación en mi vida profesional. En ese santuario de letras, en esa colina de Caricuao, en ese recinto dejé profundas huellas de un quehacer pedagógico practicado con inmenso amor, infinita entrega, dedicación y vocación de servicios. Doy gracias a Dios por ello, a sus directivos, personal militar, administrativo y obrero, a mis apreciados colegas compañeros de infatigables jornadas de trabajo, hoy entrañables amigos y muy especialmente a mis amados muchachos, mis alumnos, hermoso tesoro de remembranzas juveniles sin los cuales nunca hubiese podido disfrutar el agradable sabor del magisterio, la amistosa hermandad de afectos y el actual encuentro de nuestras vidas como si el tiempo no hubiese pasado, Mi bendición y amor para ustedes.”
Imposible culminar éste singular articulo sin antes agradecer a Dios Todopoderoso la especial ocasión que me brindó al lograr contactar con antelación a nuestra amada profesora Mayela del Coromoto Palacio Puerta, para días mas tarde obtener ésta enriquecedora entrevista. Para mi, no solo fuiste una gran maestra en aquellas inolvidables aulas, no solo fuiste mi profesora guía en 5to año sección “A”, no solo fuiste la gentil madrina de mi promoción XXIV; también fuiste y serás uno de los seres humanos más sublimes que he conocido en mi vida, ¡honor a quien honor merece! ¡¡Le honro, le respeto y le admiro infinitamente!!
Dios te bendiga siempre…